Los primeros propietarios fueron mis abuelos paternos, cuando ellos fallecieron la finca fue heredada por sus cinco (5) hijos.

Algunos de los herederos vendieron sus derechos, pero mi padre conservó el suyo y por el año 1.960, mis hermanos compraron los derechos que habían sido vendidos por algunos de mis tíos volviéndose a recuperar la finca, finalmente en el año 1.999 compré la finca, conservando el legado familiar.

En el año 2.006 y para continuar con nuestra tradición cafetera, adquirimos las fincas “San Pablo y La Cristalina” ubicadas en la vereda Bajo Español, perteneciente al municipio de Chinchiná, con una extensión de 41 hectáreas y en una altura desde 1.390 hasta 1.790 m.s.n.m., donde se produce un café de excelente calidad bajo los mismos parámetros aplicados en la Finca Paraná.